La super liga que nació muerta
¿Qué era en realidad la Súperliga?
El origen se remonta a finales del siglo pasado en los despachos de los equipos más importantes del Viejo Continente y la creación de la ECA (Asociación de Clubes Europeos), ya en 2008 por parte del propio G-14. Los clubes de fútbol más poderosos de Europa, tanto deportiva como económicamente. Formado por 14 equipos originarios (FC Barcelona, Real Madrid, Juventus, AC Milán, Inter, Liverpool, Manchester United, Bayern de Múnich, Borussia Dortmund, Olympique de Marsella, PSG, Ajax, PSV Eindhoven y Oporto) y varios adheridos posteriormente (Arsenal, Bayer Leverkusen, Olympique de Lyon y Valencia CF).
Esta “Liga de las ligas”, pensaba enfrentarlos sin el apoyo de la UEFA, que afectaría fuertemente a la Liga de Campeones. Teniendo en cuenta que, en 2021, finaliza su contrato de derechos televisivos con todos estos equipos. De esta forma, la propuesta giraba en torno a una liga cerrada donde la gran mayoría de clubes tendrían su plaza asegurada. Sumando inscripciones de otros clubes que entrarían o saldrían en función de su clasificación.
Entre sus principales puntos a favor se encontraba la ventaja económica que supondría actuar paralelamente a la UEFA. Explotando además todo el potencial monetario del fútbol. Concretamente del fútbol europeo, el más consumido a lo largo y ancho del planeta. Comparado con otro deporte, como la NFL y su Super Bowl, parece que no genera los ingresos “correspondientes” a su audiencia. Ya que mientras esta competición produce alrededor de 7.000 millones de euros con una audiencia de 150 millones de personas en todo el mundo; el deporte rey y su Champions League genera únicamente 1.500 millones de euros contando con más de 1.600 millones de fans. Equipos internacionales como Real Madrid o FC Barcelona ven como La Liga merma sus intentos de globalización en cuanto a explotación de su imagen. Comparándose directamente con la Premier League, que reporta a los clubes ingleses alrededor de 9.300 millones de euros sobre tres temporadas. Al igual que las empresas y patrocinadores que forman el negocio, que verían cumplido su sueño de simplificar sus inversiones y aumentar su presencia al aumentar público en una misma competición.
La Superliga Europea, 48 horas después de su pitazo inicial, era ya un auténtico naufragio. La sentencia de muerte la dictó Andrea Agnelli, presidente de la Juventus, cuando manifestó: «La Superliga no procederá». Aleksander Čeferin, presidente de la UEFA, disparó: los 12 clubes «habían escupido en la cara del fútbol» y anunció serias sanciones contra el empeño separatista.
Los aficionados británicos salieron a las calles, en medio de la pandemia por el covid-19, para exigirles a sus clubes que no «fueran avaros», porque era claro que «el fútbol es de los hinchas». Lo que querían instalar los clubes era un modelo de franquicias, que es exitoso en EE.UU., pero en Europa se maneja de otra manera. ¿Cuáles fueron las claves para que la Superliga, que los clubes denominaron como «un tren imparable», terminara descarrilando solo dos días después de su creación? 1. La resistencia inglesa 2. La férrea defensa de la UEFA 3. La ausencia de otros grandes.
Un par de soplidos han bastado para que todo el proyecto montado por Florentino Pérez, Presidente del Real Madrid se fuese al suelo. Él, como también Andrea Agnelli (presidente de la Juve), llevaba más de una década preparando la Superliga, un pelotazo destinado a cambiar el concepto actual de fútbol y trasladarlo por completo al más puro negocio. La idea era sencilla. Limitar el juego a los poderosos, con alguna limosna para los pobres, «firmando con sangre» una ingeniería financiera que movería miles y miles de millones de euros, fuera de los canales del control económico de los que mandan (ligas, federaciones y confederaciones). Y es que se da la casualidad de que ACS, su compañía, pretende hacerse con Autostrade per l’Italia (ASPI), la empresa que gestiona las vías de peaje del país transalpino. La caída de un viaducto en Génova en el 2018, que costó 42 vidas humanas, generó un gran movimiento político en Italia, que ha desembocado en la probable venta de ASPI. Y ahí está Pérez, en la sombra, aguardando su oportunidad. La actual concesionaria es Atlantia, asesorada, entre otros, por el banco estadounidense JPMorgan. Diferentes medios italianos hablan de que ACS estaría dispuesta a pagar unos 10.000 millones de euros para cerrar esa operación. Curiosamente, JP Morgan era la financiera que iba a sostener la Superliga. Según Financial Times, le ofrecería a cada club un préstamo a 23 años de entre 200 y 300 millones de euros, que deberían devolver con un interés de entre el 2 y el 3%.
Este fondo americano ya tiene profundos vínculos con el Real Madrid. De hecho, tanto JP Morgan como Merrill Lynch (otro banco estadounidense que también forma parte de Atlantia) asumieron gran parte de la financiación de las obras de remodelación del Santiago Bernabéu por valor de 575 millones de euros, por las que el conjunto blanco ha quedado hipotecado durante 30 años.
JP Morgan en el 2003, fue el banco asesor en la compra del Manchester United por parte de la familia Glazer. De hecho, su vicepresidente, Ed Woodward (que acaba de dimitir tras la renuncia a la Superliga), fue directivo del banco neoyorquino. Además, la citada entidad diseñó la salida a bolsa de equipos como el Inter de Milán y participó en la financiación del nuevo estadio del Tottenham, entre muchas otras operaciones con los grandes del fútbol.
Triste realidad será siempre que por encima de lograr en el futbol un beneficio deportivo se busque anteponer un beneficio económico.
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