En México, existen platillos que van más allá del gusto: aquellos que se convierten en parte de la identidad nacional. El caldo de pollo es uno de ellos. Su preparación, que combina ingredientes sencillos, todo el cariño, y paciencia de quien lo cocina, representa una de las tradiciones culinarias más queridas del país. No es solo comida: es deleite, compañía y cultura.

En el marco del Día Mundial del Caldo de Pollo (12 de noviembre), Knorr celebra este platillo, símbolo de la cocina mexicana, reconociendo su papel a través de las generaciones, incluso llegando a las más jóvenes. Desde los hogares donde se cocina siguiendo las recetas de las abuelas, hasta los espacios modernos donde nuevas familias reinterpretan la tradición, el caldo de pollo mantiene un lugar privilegiado en la mesa.

Cada olla cuenta una historia. Es el plato que aparece cuando alguien necesita cuidados, cuando hay una celebración o simplemente cuando se busca reconfortar el alma. Pero, más allá del momento, lo que permanece es la búsqueda de ese sabor inconfundible que sabe a hogar.

En esa historia, Knorr ha estado presente por décadas. Desde su versión en cubos o granulado, la marca ha acompañado la evolución de la cocina mexicana, aportando sabor casero a los platillos.

No es casualidad que Knorr esté presente en 9 de cada 10 hogares mexicanos. Su papel va más allá de lo práctico: es parte del ritual culinario que une a las familias, el toque que da sazón y el aliado que respalda la confianza de millones de cocineras y cocineros, dentro y fuera del hogar.

Hoy, en un contexto donde las rutinas cambian y el tiempo parece escaso, el caldo de pollo conserva su poder simbólico. Prepararlo sigue siendo un acto de pausa, de cuidado y de conexión. Es, en definitiva, un recordatorio de que las recetas más simples son las que más nos representan.

Para Knorr, celebrar el Día Mundial del Caldo de Pollo es rendir homenaje a la cultura culinaria mexicana y al mismo tiempo reconocer el valor emocional de un platillo que se comparte con amor. Porque el sabor auténtico no solo está en los ingredientes, sino en la historia que cada familia escribe a través de ellos.

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