Leonardo Fragoso Cruz
Doctor en Cultura de Derechos Humanos, Juez de Tribunal de Enjuiciamiento Penal del Tribunal Superior de Justicia del Estado del Estado de México en retiro.
El conflicto entre Israel e Irán, caracterizado por tensiones militares, ataques directos e indirectos, y una profunda rivalidad ideológica y geopolítica, ha tenido implicaciones significativas a nivel global. Aunque geográficamente distante, México no es inmune a los efectos de este enfrentamiento, especialmente en los ámbitos político y económico. La interdependencia de los mercados internacionales, la política energética y las alianzas diplomáticas globales generan impactos que afectan directa e indirectamente a la economía mexicana y su posicionamiento internacional.
Uno de los efectos más inmediatos del conflicto entre Israel e Irán se manifiesta en los precios internacionales del petróleo. Irán es uno de los principales productores de crudo en el mundo, y cualquier interrupción en su producción o exportación, ya sea por sanciones, bloqueos marítimos o ataques militares, puede reducir la oferta global y hacer subir los precios del petróleo.
México, siendo aún exportador de crudo, puede experimentar efectos duales. Por un lado, el aumento en los precios internacionales podría significar mayores ingresos para Petróleos Mexicanos (Pemex), beneficiando a sus finanzas a corto plazo. Sin embargo, este mismo fenómeno implica un aumento en los precios de importación de combustibles refinados (como la gasolinay diesel), lo cual repercute directamente en la inflación interna, en los costos de transporte y en el poder adquisitivo de la población.
El aumento en los precios del petróleo y el gas también repercute en los precios de bienes y servicios, lo que puede traducirse en un repunte de la inflación en México. Esta situación complica la tarea del Banco de México, que podría verse forzado a mantener o incluso aumentar las tasas de interés para contener la inflación, afectando el crecimiento económico y el acceso al crédito.
Además, la incertidumbre global derivada del conflicto genera nerviosismo en los mercados financieros. El tipo de cambio del peso frente al dólar puede verse afectado por salidas de capital en busca de refugios más seguros, lo que a su vez encarece las importaciones y presiona aún más los precios internos.
Aunque el conflicto no involucra directamente a socios comerciales principales de México, las rutas marítimas cercanas a Irán —como el estrecho de Ormuz— son clave para el transporte de energía y mercancías. Cualquier obstrucción o tensión en estas rutas afecta la logística global, generando retrasos, costos adicionales y desabastecimientos en productos industriales o tecnológicos que, de una u otra
México ha mantenido tradicionalmente una política exterior basada en la no intervención, el respeto al derecho internacional y la solución pacífica de controversias. Sin embargo, conflictos de alta intensidad como el que involucra a Israel e Irán presionan a los países a adoptar posturas más definidas, sobre todo cuando intervienen aliados estratégicos como Estados Unidos.
En este contexto, México podría verse obligado a posicionarse con mayor claridad en foros internacionales, ya sea en el Consejo de Seguridad de la ONU, la Asamblea General o en reuniones multilaterales, lo cual puede generar tensiones con actores clave de la comunidad internacional, dependiendo del tono y contenido de sus posturas diplomáticas.
Aunque México no ha sido blanco tradicional de amenazas terroristas, los conflictos en Medio Oriente pueden tener efectos indirectos en la seguridad interna. El aumento en tensiones entre bloques geopolíticos y la posibilidad de ataques o represalias a intereses occidentales puede derivar en mayor cooperación internacional en temas de inteligencia y seguridad. México podría verse involucrado en iniciativas conjuntas de vigilancia o intercambio de información que impliquen ajustes en sus políticas de seguridad nacional.