MAESTRO JUSTINO ÁNGEL MONTES DE OCA C.
ASESOR INDEPENDIENTE: De diversas materias en México, en asuntos del orden civil, mercantil, arrendamiento, familiar, en la Ciudad de México, Colima, Tamaulipas, Estado de México, etc.
¿Se puede hacer una sentencia sin saber Derecho?
La respuesta parece obvia: no. Porque para que se pueda resolver un caso de la materia que sea, el requisito sine qua non, es que el juzgador, arbitro o funcionario, conozca la materia sobre la cual va a emitir su decisión. En México, uno de los artífices de la reforma judicial en marcha, emitió una desafortunada aseveración: “No se necesita saber derecho para dictar una sentencia”; veamos algunos casos en los que no se necesitó saber derecho para impartir justicia: 1. En el libro de Jueces de la Biblia, Dios delegó el poder de Moisés en Jueces, que eran guerreros, estadistas, profetas e incluso consejeros, no había un derecho escrito, sólo una tradición en la Torah, y sus 635 mandamientos, pero no funcionó; 2. Los reyes de Israel, fueron a la vez jueces, el más famoso de ellos era Salomón, quien con su prestigio de ser sabio, se le recuerda por las decisiones que tomó; 3. En pueblos alejados de la civilización, donde el cacique, jefe, o mandamás, es el que impartía justicia; en todos ellos, no había un derecho escrito como tal, sino costumbres y un poder fáctico que sustenta y ejecutaba las decisiones que se tomen.
En nuestro “avanzado” sistema legal mexicano, tenemos un sinfín de ordenamientos, dependiendo de la materia que se trate, que hacen casi imposible no sólo que los abogados conozcan todos las normas locales, federales o internacionales de la materia en la que litiguen, y más difícil es que los justiciables a los que regule esa norma sepan de qué se trata, y el problema es mayúsculo cuando vemos qué nivel de preparación tiene el Juez o el que emite una decisión sobre un asunto, caso, juicio o procedimiento, entonces si se pone como juzgador a una persona que no tenga el nivel de un buen abogado litigante, el desastre está anunciado.
En la Constitución, en el artículo 17, se ven muy hermosos los postulado de que la justicia deba de ser gratuita, pronta y expedita, la pregunta argumentativa es ¿de verdad lo es en todas las materias?, y la realidad es que no; en los Tribunales de todo tipo, son excepciones los trámites, juicios procedimientos que se resuelven rápidamente, con celeridad, siendo pragmáticos, porque hay que seguir las tortuosas leyes que inundan nuestro sistema jurídico, y tampoco son gratuitos, porque el abogado necesita cobrar para comer, el defensor de oficio en las materias que lo prevén, independientemente de su moral, capacidad o compromiso, no puede atender a todos los que masivamente acuden para tratar de que ese derecho que se pregona, se haga real.
Estamos en un dilema, por una parte queremos que exista legalidad, el respeto a las normas, la resolución de conflictos de heterocomposición, se postula en Ley fundamental que eso debe de hacerse de manera gratuita, rápida, expedita, y pronta, pero en la cruda realidad de todos los días en los Tribunales de todo tipo, en todos los fueros, ni son simples de tramitar, por eso surgió el abogado, y lo peor, ni aún resueltas con hermosos fallos, doctos y equitativos, no son ejecutables en infinidad de casos, en consecuencia, se convierte en una justicia nugatoria, sin materializarse, sobre todo para personas que con muchos trabajos subsisten y no pueden hacer los gastos para hacer real lo que está en el fallo.
¿Serán los Jueces electos la solución a este dilema? La respuesta es que no. Porque no hay garantía de que los señalados por un grupo de ciudadanos, sepan derecho, no basta que todos ellos (espero) hayan litigado o entiendan cómo hacer una sentencia, puedan hacer una abstracción mental, hermenéutica, para poder aplicar el hipotético normativo a un caso concreto, y dirán muchos, es que con la inteligencia artificial se van a poder dictar resoluciones que estarán siendo sencillas de entender y no habrá corrupción, de hecho, quien piense así es muy iluso, ingenuo y sobre todo ignorante.
Entonces un pueblo con un nivel educativo muy bajo, eligen a quienes van a impartirles el derecho, lo más probable es que sin experiencia alguna, sin saber en lo que se están metiendo, sólo tienen la bendición del dedo divino que los palomeó, y que van a presumir de que son muy populares, sin embargo, como pasó con los reyes y jueces bíblicos, dudo que vayan a resolver las paradojas que tiene nuestro sistema de justicia, lo más probable es que el capital, tlatoani o quien sea el jefe, sean los que impartan justicia, o como se le vaya a llamar, y cuando aparezca la desilusión como pasó en el siglo XIX en México, se abrogue en su totalidad, mientras mis condolencias al estado de derecho, a la lógica, racionalidad, y sobre todo, al pragmatismo, veo las nubes muy cargadas de deconstructivismo, y como tal, el caos es el inicio del fin.